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Los Reyes presiden en el Congreso el acto del Día Internacional del Pueblo Gitano 2025: un homenaje a 600 años de historia y un llamamiento a la inclusión

El Congreso de los Diputados acogió un emotivo acto conmemorativo del Día Internacional del Pueblo Gitano, una celebración que este año adquiere un significado especial al coincidir con el 600 aniversario de la llegada del pueblo gitano a la Península Ibérica. Sus Majestades los Reyes, Felipe VI y Letizia, presidieron este evento que reunió a destacadas personalidades de la comunidad gitana y otros representantes sociales, en un reconocimiento a la rica historia, cultura y resistencia de este pueblo que ha dejado una huella imborrable en España desde 1425.

El acto, cargado de simbolismo, tuvo lugar en la sala constitucional del Congreso, un espacio que evoca los valores de igualdad y democracia consagrados en la Constitución de 1978. La elección de este lugar no fue casual: subraya el compromiso de España con la inclusión y el reconocimiento de todos sus ciudadanos, incluidos los gitanos, cuya presencia en la Península data de hace seis siglos, cuando el rey Alfonso V de Aragón otorgó un salvoconducto a Juan, conde de Egipto Menor, permitiéndole cruzar el reino con su séquito. Este documento, fechado el 12 de enero de 1425, marca el inicio oficial de una convivencia que, aunque compleja y marcada por episodios de persecución, ha enriquecido profundamente el tejido cultural español.

El momento culminante del acto fue la intervención de Su Majestad el Rey Felipe VI, quien pronunció un discurso cargado de reflexión, compromiso y esperanza. Desde el inicio, el monarca destacó la importancia de este aniversario como una oportunidad no solo para mirar al pasado, sino también para construir un futuro más justo. “Hoy celebramos 600 años de la llegada del pueblo gitano a la Península Ibérica, un pueblo cuya historia compartida con España es tan rica como desconocida para muchos”, afirmó, poniendo de relieve la necesidad de visibilizar las aportaciones de esta comunidad en ámbitos como el arte, la lengua y la vida social.

Felipe VI no eludió las dificultades históricas que ha enfrentado el pueblo gitano. Con una voz firme, reconoció que “la discriminación sigue estando presente” en la sociedad actual, a pesar de los avances logrados en las últimas décadas. Esta declaración resonó en la sala como un recordatorio de que, aunque se han dado pasos hacia adelante, aún queda camino por recorrer. El Rey hizo especial hincapié en lo que denominó, citando al primer diputado gitano Juan de Dios Ramírez Heredia —presente en el acto—, “la discriminación de la indiferencia”. “Es la más cruel”, aseguró, “una forma de exclusión silenciosa, pero profunda, que se manifiesta en la mirada que se aparta ante la desigualdad, en la normalización del rechazo y en la condena a la invisibilidad”. Estas palabras, pronunciadas con claridad y empatía, invitaron a los asistentes a reflexionar sobre las actitudes cotidianas que perpetúan las barreras.

El monarca también celebró la “resistencia inquebrantable” del pueblo gitano, una cualidad que, según él, se ha convertido en “una seña de identidad y un ejemplo para todos”. Hizo referencia a su capacidad de adaptación y superación frente a siglos de adversidad, desde las pragmáticas de los Reyes Católicos hasta la Gran Redada de 1749 y el genocidio nazi conocido como Samudaripen. “Han sabido abrir caminos y superar barreras, inspirando a otros con su esfuerzo y determinación”, subrayó, destacando figuras como el propio Ramírez Heredia, cuya trayectoria política y personal simboliza esa lucha por la dignidad.

Uno de los aspectos más conmovedores del discurso fue el llamamiento del Rey a la acción colectiva. “Es imprescindible tomar conciencia y trabajar juntos por una sociedad en la que toda persona pueda vivir con dignidad, respeto y la libertad de construir su propio destino”, afirmó. Esta frase, pronunciada con un tono que combinaba autoridad y cercanía, resonó como un mandato moral dirigido no solo a los presentes, sino a toda la sociedad española. Felipe VI insistió en que “la plena integración de la comunidad gitana no es únicamente un avance para ella, sino que debe ser una realidad en un país más equitativo y cohesionado”. Con estas palabras, el Rey situó la inclusión como un objetivo nacional, un proyecto que beneficia al conjunto de la ciudadanía.

El discurso también incluyó guiños a la cultura gitana, un gesto que ya había ensayado en febrero, cuando participó en un programa de Radio Nacional de España y utilizó términos en caló como “fetén” y “camelar”. En el Congreso, esta conexión se reforzó con la mención al himno gitano, Gelem, Gelem, interpretado durante el acto por la cantaora Esperanza Fernández, acompañada por Pedro María Peña a la guitarra y Dorantes al piano. “Vuestro himno, nuestro himno”, dijo el Rey, subrayando la universalidad de un canto que recuerda a las víctimas del nazismo y simboliza la lucha por la identidad. La actuación, que cerró el evento, llenó la sala de emoción, con los asistentes poniéndose en pie para rendir homenaje a esa historia compartida.

Felipe VI concluyó su intervención con una nota de optimismo y compromiso. “Esta parada de hoy en el camino nos ofrece la oportunidad de comprometernos con un presente en el que la indiferencia no tenga cabida, de mirar hacia un futuro en el que la inclusión sea plena”, afirmó. El aplauso que siguió fue un reconocimiento unánime a unas palabras que no solo honraron el pasado, sino que trazaron una hoja de ruta para el porvenir.

El acto, que duró cerca de una hora, incluyó también la entrega a los Reyes de los símbolos del pueblo gitano: la bandera —azul y verde con una rueda roja— y una placa conmemorativa. La presencia de figuras como Joaquín Cortés, el bailaor de renombre internacional, añadió un toque de brillo cultural a la jornada. Sin embargo, fue el mensaje del Rey el que dejó una impresión duradera, un recordatorio de que los 600 años del pueblo gitano en España son tanto un legado que celebrar como un desafío que asumir. En un país que se enorgullece de su diversidad, las palabras de Felipe VI resonaron como un eco de esperanza y un firme “no” a la discriminación, invitando a todos a hacer de la inclusión una realidad palpable.

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