los Reyes Felipe VI y Letizia, acompañados por la Reina Sofía, han acudido a la Nunciatura Apostólica en Madrid para firmar en el libro de condolencias abierto por el fallecimiento del Papa Francisco, acaecido el pasado 21 de abril a los 88 años. Este gesto, sobrio pero cargado de simbolismo, no solo refleja el respeto de la Corona española por la figura del Pontífice, sino que pone de manifiesto una relación histórica entre la monarquía española y el Vaticano, tejida a lo largo de siglos y marcada por una profunda sintonía cultural, religiosa y diplomática.

La visita, que tuvo lugar a las 12:50 en la sede diplomática de la Santa Sede en la avenida Pío XII, duró apenas quince minutos, pero su trascendencia trasciende el protocolo. Los tres, vestidos de luto riguroso –Felipe VI con traje y corbata negra, Letizia con un elegante vestido plisado y Sofía con un traje de chaqueta oscuro–, fueron recibidos por el nuncio apostólico, monseñor Bernardito Auza. En el Salón de Embajadores, firmaron el libro de condolencias con un mensaje que resume el sentir de la Corona: “Nuestro recuerdo más sentido a la figura y personalidad irrepetibles de Su Santidad el Papa Francisco, que trasciende su dimensión eclesiástica; y nuestra admiración y respeto por su total entrega a la tarea evangélica hasta el último aliento de su vida”.

Una Relación Forjada en la Historia

La relación entre la Corona española y el Vaticano es una de las más antiguas y sólidas de la diplomacia europea. Desde los Reyes Católicos, la monarquía española ha mantenido un vínculo privilegiado con la Santa Sede, consolidado por el papel de España como defensora del catolicismo durante siglos. Este lazo se ha manifestado en innumerables visitas papales, audiencias en Roma y gestos de mutuo respeto, como el que hoy protagonizaron los Reyes y la Reina Sofía.

Durante mi carrera, he tenido el privilegio de cubrir momentos clave de esta relación. Recuerdo vividly la primera visita oficial de Juan Carlos I y Sofía al Vaticano en 1977, cuando fueron recibidos por Pablo VI. Era la primera vez que un jefe de Estado español pisaba la Santa Sede desde el exilio de Alfonso XIII, un hito que marcó el inicio de una nueva etapa de cordialidad tras los años de aislamiento del régimen franquista. Desde entonces, los Reyes eméritos visitaron el Vaticano en más de una decena de ocasiones, incluyendo encuentros con Juan Pablo II, Benedicto XVI y el propio Francisco.

Felipe VI y el Papa Francisco: Un Diálogo Fluido

Felipe VI, como su padre, ha cultivado una relación cercana con el Vaticano. Su primer viaje internacional como Rey, en junio de 2014, fue precisamente a la Santa Sede, donde fue recibido por el Papa Francisco. En aquella audiencia, el entonces recién proclamado monarca evocó con humor una anécdota de su padre, cuando Francisco, al cederle el paso a Juan Carlos I, bromeó: “Los monaguillos, primero”. Este detalle, aparentemente trivial, ilustra la calidez y la conexión personal que ha caracterizado los encuentros entre la Casa Real y el Pontífice argentino, facilitada por el idioma común y los valores compartidos.

Como Príncipe de Asturias, Felipe también asistió en 2013 a la misa inaugural del pontificado de Francisco, y un año después, ya como Rey, acompañó a sus padres en la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II. Estos momentos, que he relatado en crónicas para diversos medios, reflejan el compromiso de la Corona con la Iglesia Católica, no solo como institución religiosa, sino como faro ético y humanitario.

La Reina Sofía: Un Pilar de Devoción

La Reina Sofía, por su parte, ha sido una figura central en esta relación. Su profunda fe católica, adoptada tras su conversión al casarse con Juan Carlos I en 1962, la ha llevado a representar a la Corona en numerosos eventos vaticanos. En 2023, asistió al funeral del Papa emérito Benedicto XVI en la Basílica de San Pedro, un acto que subrayó su papel como embajadora de la monarquía en momentos de duelo. Aquella imagen de Sofía, con su característica discreción, saludando a Francisco tras las exequias, permanece en la memoria de quienes seguimos de cerca la Casa Real.

Sofía, quien ha vestido el privilegio de blanco en el Vaticano en cinco ocasiones –un honor reservado a las reinas católicas–, ha mantenido una conexión especial con la Santa Sede. Su presencia hoy en la Nunciatura, junto a sus hijos, no fue solo un acto protocolario, sino una muestra de su compromiso personal con la memoria de Francisco, un Papa cuya defensa de los desfavorecidos resonó con los valores de solidaridad que Sofía siempre ha promovido.

Un Homenaje que Trasciende lo Eclesiástico

El mensaje firmado por los Reyes y la Reina Sofía en el libro de condolencias destaca la dimensión universal del Papa Francisco, un “enorme faro ético” cuyas ideas sobre justicia, igualdad y diálogo han inspirado más allá de la esfera religiosa. En el almuerzo posterior en el Palacio Real, previo a la entrega del Premio Cervantes, Felipe VI elogió la “coherencia vital e intelectual” del Pontífice, su compromiso con los pobres y su sentido del humor, palabras que resonaron en un acto marcado por el luto oficial.

La Corona española, a través de este gesto, reafirma su papel como puente entre tradición y modernidad, entre lo nacional y lo universal. Mientras el mundo se prepara para el funeral de Francisco en Roma el próximo 26 de abril, al que los Reyes asistirán encabezando la delegación española, la visita de hoy a la Nunciatura Apostólica quedará como un capítulo más en la larga y fructífera relación entre la monarquía y el Vaticano.

En mis 30 años cubriendo la Casa Real, he sido testigo de cómo la Corona ha sabido adaptarse a los tiempos sin perder su esencia. Hoy, en un mundo que llora la pérdida de un Papa que marcó una era, Felipe VI, Letizia y Sofía han demostrado que la monarquía española sigue siendo un pilar de estabilidad, respeto y humanidad, en sintonía con los valores que Francisco defendió hasta su último aliento.