Bajo el cielo azul de una Granada radiante, Su Majestad el Rey Felipe VI protagonizó hoy una jornada inolvidable en la ciudad, marcada por encuentros llenos de calidez, actos de profundo significado histórico y un cariño desbordante por parte de los granadinos. Desde su llegada a la Basílica de Nuestra Señora de las Angustias hasta su presidencia en la reunión de las Reales Maestranzas de Caballería en el Real Monasterio de San Jerónimo, el monarca demostró, una vez más, su compromiso con la historia, la cultura y el pueblo de España. Con palabras que resonaron entre los asistentes y gestos que destilaron cercanía, el Rey dejó una huella imborrable en esta visita, que no solo reforzó los lazos de la Corona con Granada, sino que también evidenció el afecto mutuo entre el monarca y los ciudadanos.
La jornada comenzó temprano, cuando el Rey llegó a la Basílica de Nuestra Señora de las Angustias, un lugar emblemático de la devoción granadina. Como Hermano Mayor de la Hermandad de las Angustias, Felipe VI fue recibido con una ovación que resonó en la plaza frente al templo. Los vecinos, congregados espontáneamente, no escatimaron en vítores y aplausos, creando un ambiente de fiesta. “Es un honor estar aquí, en esta Basílica que representa tanto para Granada y para mí personalmente”, expresó el Rey, según relataron los presentes, mientras saludaba a los granadinos con una sonrisa que transmitía genuina emoción. Su recorrido por el interior de la Basílica incluyó un momento de recogimiento ante la imagen de la Virgen, acompañado por autoridades locales y miembros de la Hermandad. Los ciudadanos que aguardaban fuera no dudaron en expresar su admiración: “Es un Rey cercano, que escucha y se interesa por nosotros”, comentó María José, una vecina de 62 años que sostenía una bandera española.
Tras este emotivo inicio, el Rey se trasladó al Real Monasterio de San Jerónimo, un joya renacentista que sirvió de escenario para la reunión anual de las cinco Reales Maestranzas de Caballería, un acto cargado de simbolismo histórico. La elección de Granada para esta cita no fue casual, ya que la ciudad alberga la Real Maestranza de Caballería de Granada, una de las instituciones más antiguas de España, fundada en 1686. En el monasterio, Felipe VI presidió el encuentro con una solemnidad que no opacó su calidez. “Las Reales Maestranzas son un ejemplo de tradición y servicio, valores que unen a España a través de los siglos”, afirmó el monarca en su discurso, palabras que fueron recibidas con aplausos por los maestrantes y los asistentes.

Uno de los momentos más destacados de la jornada fue la entrega del Premio Hernán Pérez del Pulgar al Teniente Coronel Fernando Cid, un reconocimiento a su trayectoria militar y su contribución al prestigio de las Fuerzas Armadas. El Rey, visiblemente emocionado, destacó en su intervención la importancia de “honrar a quienes dedican su vida al servicio de España”. Tras la entrega, Felipe VI participó en una ofrenda floral ante la tumba del Gran Capitán, ubicada en el monasterio, un gesto que subrayó su respeto por las figuras históricas que han forjado la identidad española. “Este lugar nos recuerda nuestra historia y nuestro compromiso con el futuro”, comentó el monarca, según fuentes cercanas, mientras depositaba la ofrenda.
El cariño del pueblo granadino se hizo especialmente patente en un encuentro espontáneo con un grupo de niños de la escolanía de Guadix, presentes en el monasterio. Los pequeños, vestidos con sus uniformes, cantaron una pieza tradicional que arrancó una sonrisa al Rey. “Qué voces tan hermosas, sois el futuro de nuestra cultura”, les dijo, dedicándoles unos minutos para conversar y posar en una fotografía que, sin duda, será un recuerdo imborrable para ellos. Los niños, entre risas y nervios, le obsequiaron un dibujo que representaba la Alhambra, un gesto que el monarca agradeció con un “esto lo guardaré con mucho cariño”.
A lo largo del día, el Rey también tuvo oportunidad de interactuar con ciudadanos de todas las edades que se acercaron a saludarlo. En las inmediaciones del monasterio, un grupo de ancianos del Centro de Participación Activa de Granada lo esperaba con pancartas que rezaban “¡Viva el Rey!”. Felipe VI se detuvo a charlar con ellos, interesándose por sus historias y su vida en la ciudad. “Granada siempre me recibe con los brazos abiertos, y eso es algo que nunca olvidaré”, expresó el monarca, según relataron los presentes. Una de las ancianas, Carmen, de 78 años, no pudo contener las lágrimas: “Es como si nos conociera de toda la vida, tiene un corazón enorme”.
El recorrido continuó con una breve visita al entorno de la Catedral de Granada, donde el Rey se interesó por las actividades culturales que la ciudad está preparando para el verano, incluyendo la Feria del Corpus, una de las celebraciones más queridas por los granadinos. Aunque no se adentró en detalles, comentó a las autoridades locales que “Granada es un faro de cultura y tradición, y eventos como el Corpus reflejan su riqueza”. Este guiño a las festividades locales fue especialmente aplaudido por los presentes, quienes ven en la Corona un apoyo constante a las tradiciones que dan vida a la ciudad.

El cierre de la jornada tuvo lugar en un ambiente más distendido, con un encuentro con representantes de asociaciones culturales granadinas en el Palacio de los Condes de Gabia. Allí, el Rey escuchó atentamente las iniciativas de promoción de la literatura, la música y el arte local, destacando la importancia de “preservar y difundir el legado cultural de Granada, que es patrimonio de todos los españoles”. Su interés por proyectos como la Feria del Libro de Granada, que coincide con esta temporada, y su apoyo a la candidatura de Granada como Ciudad de la Literatura UNESCO, dejaron una impresión positiva entre los asistentes. “Es un orgullo contar con un Rey que valora nuestra cultura”, comentó un miembro de la Asociación de Literatura La Almenara Encendida.
El impacto de la visita de Felipe VI en Granada trasciende los actos oficiales. Su capacidad para conectar con las personas, desde los niños de la escolanía hasta los ancianos que lo aguardaban con entusiasmo, refleja el papel de la Corona como símbolo de unidad y cercanía. Los granadinos, conocidos por su hospitalidad, respondieron con un cariño que se sintió en cada rincón de la ciudad. “Es un Rey que nos representa a todos, que entiende nuestras alegrías y nuestras preocupaciones”, afirmó Juan, un joven estudiante que logró estrechar la mano del monarca.
La jornada de hoy no solo fue un homenaje a la historia y la tradición, sino también una demostración de que la monarquía, encarnada en Felipe VI, sigue siendo un pilar de cohesión en España. Sus palabras, cargadas de respeto por Granada y sus gentes, resonaron en cada encuentro, desde la solemnidad del Real Monasterio de San Jerónimo hasta los momentos espontáneos con los ciudadanos. “Granada es un lugar donde la historia y el presente se encuentran, y estar aquí es un privilegio”, afirmó el Rey en una de sus intervenciones, dejando claro su vínculo especial con la ciudad.

Al caer la tarde, mientras el Rey se despedía de Granada, los ecos de los aplausos y las muestras de afecto seguían resonando. La ciudad, con su mezcla única de historia, cultura y pasión, se despidió de Felipe VI con la certeza de que su visita no será olvidada. Esta crónica de una jornada intensa y emotiva refleja no solo los actos oficiales, sino el espíritu de un pueblo que, con los brazos abiertos, recibió a su Rey con un cariño que trasciende el protocolo y fortalece los lazos entre la Corona y España

