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Felipe VI enseña el camino. “La democracia se fortalece cuando dejamos atrás los discursos que enfrentan y abrazamos los valores que nos unen”

En una jornada cargada de simbolismo histórico y espiritual, los Reyes Felipe VI y Letizia presidieron ayer, lunes 23 de junio, los actos conmemorativos del milenario de la Abadía de Montserrat, un hito que celebra los 1.000 años de este emblemático monasterio benedictino enclavado en el corazón de Cataluña. La visita, marcada por un mensaje contundente del Rey en favor de la unidad, la democracia y el rechazo a los extremismos, resonó como un llamamiento a la cohesión en un momento de desafíos sociales y políticos. La cálida acogida de los monjes, autoridades y ciudadanos reunidos en la montaña sagrada subrayó la relevancia de Montserrat como símbolo de identidad, cultura y convivencia.

La llegada de los Reyes a la Abadía de Montserrat, pasadas las 11:00 de la mañana, fue recibida con el repique de las campanas de la basílica y los acordes del Virolai, el himno de la Virgen de Montserrat, interpretado por la Escolanía, el coro de niños más antiguo de Europa. Acompañados por el presidente de la Comunidad Autónoma de Cataluña, Salvador Illa, el abad de Montserrat, Manel Gasch, y otras autoridades, Felipe VI y Letizia iniciaron una visita que combinó la solemnidad de la efeméride con un mensaje de profundo calado político y social.

El acto central tuvo lugar en la Sala Capitular, donde el Rey pronunció un discurso que marcó el tono de la jornada. Con un tono firme pero conciliador, Felipe VI destacó la importancia de Montserrat como “un faro de espiritualidad, cultura y diálogo que ha iluminado a Cataluña, a España y al mundo durante un milenio”. En sus palabras, el monasterio no solo representa una joya del patrimonio religioso, sino también un espacio de encuentro donde “la diversidad de ideas y creencias se entrelazan bajo el paraguas de la convivencia”. El Rey hizo hincapié en la necesidad de reforzar los valores democráticos frente a los desafíos actuales: “En un tiempo de polarización y extremismos, Montserrat nos enseña que la unidad no es uniformidad, sino la capacidad de construir juntos desde el respeto, el diálogo y la democracia”. Estas palabras, aplaudidas por los presentes, resonaron como un recordatorio de la responsabilidad colectiva de preservar la cohesión social.

El monarca también subrayó el papel de la Abadía como un símbolo de resistencia y libertad, evocando su historia durante la Guerra Civil, cuando los monjes protegieron a perseguidos de ambos bandos. “Montserrat nos invita a rechazar cualquier forma de extremismo que divida y enfrente, apostando por una democracia sólida que garantice los derechos de todos”, afirmó Felipe VI, en un mensaje que parecía dirigido tanto a los retos internos de Cataluña como a los debates globales sobre polarización. Su alocución, pronunciada en español y catalán, fue un gesto de cercanía hacia la diversidad lingüística y cultural de la región.

La Reina Letizia, por su parte, mostró un especial interés en las iniciativas culturales y educativas de Montserrat. Durante la visita al Museo de Montserrat, los Reyes recorrieron una exposición especial sobre el milenario, que incluye manuscritos medievales, obras de arte de Caravaggio, El Greco y Picasso, y piezas que reflejan la influencia del monasterio en la música y la literatura. Doña Letizia, conocida por su compromiso con la cultura, conversó con los responsables del museo sobre los esfuerzos para digitalizar el archivo histórico, un proyecto que permitirá difundir el legado de Montserrat a nivel mundial. La Reina también dedicó unos minutos a saludar a los niños de la Escolanía, quienes le entregaron un facsímil de un manuscrito del Llibre Vermell, una joya musical del siglo XIV.

El recorrido incluyó una visita a la Biblioteca de Montserrat, que custodia más de 300.000 volúmenes y 1.400 manuscritos, y un encuentro privado con la comunidad benedictina en el claustro gótico. Allí, el abad Manel Gasch agradeció a los Reyes su presencia y destacó el papel de la Monarquía como “puente entre el pasado y el futuro, entre la tradición y la modernidad”. Los monjes obsequiaron a los Reyes con una edición especial del Llibre d’Hores y un CD con grabaciones recientes de la Escolanía, gestos que reflejaron la hospitalidad y el carácter abierto del monasterio.

La jornada culminó con una misa solemne en la Basílica de Santa María de Montserrat, presidida por el arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, y concelebrada por el abad Gasch. La liturgia, que incluyó cánticos de la Escolanía y una homilía sobre la paz y la reconciliación, reunió a representantes de diversas confesiones religiosas, en un guiño al espíritu ecuménico de Montserrat. Los Reyes, sentados en el presbiterio junto a la imagen de la Moreneta, escucharon con atención las palabras del abad, quien llamó a “construir puentes en tiempos de división”. Al término de la misa, Felipe VI y Letizia saludaron a los fieles y turistas congregados en la plaza, muchos de los cuales ondeaban banderas españolas y catalanas, en un ambiente de respeto y celebración.

La visita a Montserrat no solo conmemoró un milenio de historia, sino que también sirvió como plataforma para un mensaje de unidad en un contexto de tensiones políticas. La referencia de Felipe VI a los extremismos, aunque sin alusiones directas a partidos o movimientos, fue interpretada por algunos asistentes como un llamamiento a superar las fracturas sociales en Cataluña y en el conjunto de España. “La democracia se fortalece cuando dejamos atrás los discursos que enfrentan y abrazamos los valores que nos unen”, insistió el Rey, en una frase que resonó especialmente entre los presentes.

Tras los actos en Montserrat, los Reyes se trasladaron a Badia del Valles para celebrar el 50º aniversario del polígono de viviendas, una visita que complementó el mensaje de inclusión y cohesión. En ambos lugares, Felipe VI y Letizia fueron recibidos con entusiasmo, demostrando el arraigo de la Monarquía en contextos diversos. En Montserrat, la conexión espiritual y cultural fue el eje de la jornada, mientras que en Badia destacó el carácter popular y vecinal. Sin embargo, fue el discurso del Rey en la Abadía el que marcó la agenda, con un mensaje que trascendió lo protocolario para convertirse en una reflexión sobre los retos del presente.

La Abadía de Montserrat, con su milenario legado, se erigió ayer como un escenario idóneo para las palabras de Felipe VI. Su apuesta por la unidad, la democracia y el rechazo a los extremismos no solo honró la historia del monasterio, sino que también proyectó una visión de futuro para una sociedad que, como Montserrat, ha sabido resistir y adaptarse a los cambios. La imagen de los Reyes, rodeados de monjes, escolares y ciudadanos, bajo la mirada de la Moreneta, quedará como un símbolo de esperanza y diálogo en un momento crucial para Cataluña y España.

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