El Palacio Real de Aranjuez ha sido hoy escenario de un acontecimiento de gran relevancia institucional y ceremonial. Su Majestad el Rey ha presidido la Reunión extraordinaria del Capítulo de la Real y Militar Orden de San Fernando, una de las más altas distinciones castrenses de la Corona española, vinculada estrechamente a la historia de las Fuerzas Armadas y a los valores de honor, lealtad y sacrificio. Tras el solemne acto, el monarca ha participado en la reapertura oficial de la Casa del Labrador y de los Jardines del Príncipe, dos joyas del patrimonio cultural español que vuelven a abrirse al público después de un largo proceso de restauración.
La jornada ha combinado el peso de la tradición militar con la celebración de la riqueza histórica, arquitectónica y artística de Aranjuez, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 2001.
Una orden con más de dos siglos de historia
La Real y Militar Orden de San Fernando fue instituida en 1811 durante las Cortes de Cádiz, en plena Guerra de la Independencia, con el propósito de distinguir de manera solemne las acciones de valor heroico en combate. Desde entonces, constituye la máxima recompensa militar en España, equiparable en su simbolismo a las grandes condecoraciones internacionales.
El Capítulo extraordinario celebrado hoy reunió a caballeros y damas de la Orden, miembros de las más altas jerarquías de los ejércitos, representantes de instituciones del Estado y autoridades civiles. En un acto cargado de simbolismo, se recordó la vocación de la condecoración: reconocer no solo la excepcionalidad del sacrificio individual, sino la contribución al espíritu de servicio que une a España con sus Fuerzas Armadas.

Durante su intervención, el Rey destacó el compromiso de la Orden con “la defensa de los valores permanentes de la Nación” y subrayó que el mérito de quienes reciben esta distinción “ilumina el camino de todos los que sirven bajo la bandera”.
Que el acto se desarrollara en el Palacio Real de Aranjuez tiene un profundo simbolismo. Este enclave histórico, construido en tiempos de Felipe II y engrandecido posteriormente con aportaciones de los Borbones, ha sido a lo largo de los siglos un centro privilegiado de la vida cortesana. Su arquitectura clasicista, combinada con las vastas extensiones ajardinadas, lo convierten en uno de los principales palacios reales de España.
En las estancias principales se habilitó el salón de actos, con la solemnidad propia de este tipo de eventos, presidido por la enseña Real y las insignias de la Orden. La presencia de veteranos, junto con jóvenes oficiales de los tres Ejércitos, aportó un tono de continuidad entre generaciones.
La reapertura de la Casa del Labrador y los Jardines del Príncipe
Tras concluir la Reunión extraordinaria de la Real y Militar Orden de San Fernando, el Rey se trasladó a otro escenario emblemático de Aranjuez: la Casa del Labrador y los Jardines del Príncipe. Ambos espacios habían permanecido cerrados parcial o totalmente al público debido a un intenso proceso de restauración, que ha permitido devolverles su esplendor original.

La Casa del Labrador es uno de los edificios más singulares del Neoclasicismo español. Concebida como pabellón de recreo por Carlos IV y decorada con refinamiento exquisito, alberga interiores de gran riqueza artística, con mobiliario, tapices y porcelanas de alta calidad. Tras varios años de trabajos de conservación, el visitante puede de nuevo recorrer sus estancias decoradas con la maestría de artesanos y artistas europeos de finales del siglo XVIII.
Los Jardines del Príncipe, por su parte, representan un modelo de paisajismo ilustrado. Con más de 150 hectáreas, reúnen especies botánicas procedentes de distintos continentes, dispuestas en avenidas, fuentes, templetes y rincones románticos que lo convierten en un auténtico museo al aire libre. La rehabilitación reciente ha permitido recuperar estructuras dañadas, restaurar fuentes históricas y adecuar el recorrido para su uso público.
La reapertura de estos espacios supone no solo una excelente noticia para el patrimonio cultural, sino también un impulso para el turismo de Aranjuez, uno de los destinos artísticos y naturales más apreciados de la Comunidad de Madrid.
La conjunción de la ceremonia militar y la reapertura cultural aporta un simbolismo profundo. Por un lado, se ha puesto en valor la herencia de quienes, a lo largo de la historia, ofrecieron lo mejor de sí mismos en defensa de España, representados por la Orden de San Fernando. Por otro lado, se ha recordado la responsabilidad de conservar y transmitir el patrimonio cultural como parte esencial de la identidad colectiva.
En sus palabras de clausura, el Rey quiso unir ambos aspectos subrayando que “la memoria de los héroes y la belleza de nuestro patrimonio se funden en un mismo deber: honrar nuestra historia y legar lo mejor a las futuras generaciones.”

El acto ha congregado a numerosas autoridades, representantes de la sociedad civil y un nutrido público que quiso acompañar la reapertura de dos emblemas de Aranjuez. La expectación y la emoción fueron palpables en un día que quedará inscrito tanto en la crónica institucional como en la cultural.
Aranjuez, una vez más, ha sido testigo de cómo la monarquía, el patrimonio y el espíritu de servicio se entrelazan en torno a los valores perdurables de España.

