En la monumental ciudad de Burgos, cuna de historia y símbolo de la identidad castellana y española, Su Majestad el Rey ha presidido hoy la inauguración del XXVIII Congreso Nacional de la Empresa Familiar, celebrado bajo el inspirador lema “Origen Destino”. Un foro en el que se dan cita los principales representantes de las compañías familiares españolas, responsables de una parte sustancial del tejido productivo y del empleo de nuestro país. La presencia del Monarca ha elevado el rango institucional y moral del encuentro, poniendo de manifiesto, una vez más, la cercanía de la Corona con la sociedad civil y con quienes, desde el esfuerzo diario, sostienen la prosperidad colectiva.
El Rey fue recibido entre aplausos en el Palacio de Congresos Fórum Evolución de Burgos, donde se respiraba un ambiente de compromiso y optimismo. En su intervención, Su Majestad pronunció un discurso de hondo calado, en el que combinó el reconocimiento a la labor de las empresas familiares con un mensaje de esperanza hacia el futuro de España. El Monarca, con su habitual tono sereno pero firme, destacó que “el origen y el destino se unen en la continuidad del esfuerzo, la innovación y los valores que definen a la empresa familiar”. Sus palabras resonaron en un auditorio entregado que no solo veía en él al Jefe del Estado, sino también a un aliado en la reivindicación del mérito, la responsabilidad y el compromiso intergeneracional.
El discurso real giró en torno a tres grandes ejes: el valor de la familia como institución vertebradora, la cultura del esfuerzo y la visión del futuro como proyecto compartido. En el primero de ellos, el Rey subrayó que la empresa familiar no es solo una estructura económica, sino también un espacio de identidad y transmisión de valores. “Cada generación tiene el deber de recoger el testigo de la anterior y de prepararlo, con generosidad y visión, para la siguiente”, afirmó. Estas palabras fueron interpretadas como un guiño a la continuidad, tanto en el ámbito empresarial como en el del propio servicio a España, que la Monarquía encarna desde hace siglos.
Su Majestad insistió en que la fortaleza de España descansa en las personas que, con esfuerzo y honestidad, construyen país día a día. “La empresa familiar encarna la constancia en los momentos de incertidumbre, el arraigo en tiempos de cambio y la confianza en el futuro incluso cuando el presente se torna complejo”, dijo el Monarca. Ese mensaje resonó con fuerza en un contexto internacional marcado por la inestabilidad económica y los desafíos tecnológicos que ponen a prueba la resiliencia de las pequeñas y medianas empresas. En sus palabras, hubo también espacio para el reconocimiento a todos aquellos empresarios que, humildemente pero con visión, crean empleo en nuestras ciudades, en nuestros pueblos y en nuestras comarcas más rurales.
El Rey puso énfasis además en el vínculo entre territorio y empresa, recordando que las raíces no son una nostalgia del pasado, sino una fuerza para construir el porvenir. Mencionó expresamente el valor de regiones como Castilla y León, ejemplo de equilibrio entre tradición e innovación. “El origen es nuestro impulso, y el destino, nuestro compromiso con el futuro común”, señaló con emotiva convicción. Los asistentes, entre los que se contaban los presidentes de las principales asociaciones empresariales y figuras destacadas del ámbito académico y político, respondieron con una prolongada ovación.
La parte final de su discurso estuvo dedicada a la unidad nacional y la cohesión económica, conceptos profundamente entrelazados. “España necesita de sus familias empresarias para seguir avanzando unidas hacia un horizonte de estabilidad, progreso y solidaridad”, afirmó. Calificó la empresa familiar como un pilar fundamental en la construcción de confianza y concordia. No faltó en su intervención una referencia al papel de las nuevas generaciones, a quienes animó a asumir el liderazgo con espíritu emprendedor, apertura al cambio y respeto a las raíces. En palabras de Su Majestad, “los jóvenes tienen la responsabilidad de recoger la antorcha del ejemplo y encender con ella la llama de la innovación”.
La intervención real fue recibida con entusiasmo por los cerca de 500 empresarios asistentes, entre los que se encontraban representantes de sectores clave como la alimentación, la energía, la distribución y la industria. El presidente del Instituto de la Empresa Familiar agradeció expresamente la presencia del Rey y subrayó la importancia de que la Jefatura del Estado reconozca el “papel vertebrador y ejemplar” de las compañías familiares en el crecimiento de España.
El acto concluyó con un recorrido del Monarca por las instalaciones del congreso, saludando a emprendedores y patronos, y deteniéndose brevemente para conversar con algunos jóvenes empresarios. El ambiente se impregnó de respeto y afecto hacia su figura, símbolo de continuidad, estabilidad y servicio público.
Con su participación en el Congreso, el Rey reafirma una vez más su compromiso con todos los sectores que contribuyen al bienestar común. Su presencia en Burgos ha recordado que, en tiempos de cambio y desafíos globales, España cuenta con un faro de unidad y confianza: una Corona comprometida con su gente, con su empresa y con el futuro de su Nación.

