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El relevo en los Premios Princesa de Asturias

La jornada del 24 de octubre de 2025, Oviedo volvió a ser el escenario de uno de los eventos más emblemáticos de la vida pública española: la ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias. El Teatro Campoamor, engalanado para la ocasión, recibió a autoridades, galardonados y a la Familia Real, representada por los Reyes, la Princesa de Asturias, la Infanta Sofía y, como cada año, la Reina Sofía. El ambiente era de expectación, respeto y emoción, acompañados por el sonido de las gaitas asturianas.

En los prolegómenos, muchos ojos se centraban en la Reina Sofía. Su aparición fue la que selló el momento más conmovedor de la tarde. Cuando la Reina accedió al teatro, todos los asistentes pusieron en pie y, durante varios minutos, la ovacionaron de forma unánime y sentida. Aquello no era sólo un homenaje a su figura institucional, sino el reconocimiento cariñoso de varias generaciones que han crecido viendo la dedicación de la Reina Sofía a las causas sociales y culturales del país. Su reacción emocionada, saludando agradecida, marcó la pauta afectiva de la gala.

La presidente de la Fundación Princesa de Asturias, Ana Isabel Fernández, subrayó la vocación humanista y universalista de los premios, así como el valor del trabajo y el esfuerzo perseverante de los galardonados. Expresó también, en nombre de la Fundación, un profundo agradecimiento a la Familia Real, cuya implicación ha sido crucial para la consolidación del evento como referente internacional.

El desfile y presentación de los galardonados dio paso a los primeros discursos. El escritor Eduardo Mendoza tomó la palabra para, con su característico sentido del humor y profundidad, agradecer un reconocimiento que interpreta como estímulo para continuar defendiendo la cultura como refugio para la libertad. El filósofo Byung-Chul Han reclamó una reflexión sobre las nuevas formas de alienación y el riesgo de la tecnología sin ética. Mario Draghi defendió la necesidad de fortalecer el federalismo europeo como la única vía frente a los desafíos globales.

La Princesa pronunció un discurso que aúna madurez, esperanza y vocación de servicio. Consciente de la relevancia del acto y del paso histórico que supone, la Princesa agradeció a los premiados, reflejo de la excelencia y el compromiso global, y centró su mensaje en la importancia de salir de las trincheras ideológicas, abrirse al respeto y comprender a quienes piensan diferente. Hizo un guiño generacional al afirmar que pertenece a una generación intermedia formada con los valores de la tolerancia y el respeto. Defendió la necesidad de atender las preocupaciones de los jóvenes, la búsqueda de un futuro y el derecho a construir un hogar. Sus palabras estuvieron salpicadas de referencias a los proyectos y trayectorias de los galardonados, y expresó la esperanza compartida de quienes trabajan por un mundo mejor.

El acto continuó con la entrega de premios: Serena Williams, Mario Draghi, Eduardo Mendoza, Byung-Chul Han, Douglas Massey, Graciela Iturbide, el Museo Nacional de Antropología de México y Mary-Claire King, quien finalmente no pudo asistir por razones de salud. Los premiados ponen de relieve valores como la cooperación internacional, la investigación científica, la igualdad de género, la integración social y la defensa de la diversidad como componentes de la excelencia. Oviedo se convirtió así en foro global del talento y la inspiración.

El Rey Felipe VI tomó la palabra en uno de los discursos más esperados y emotivos de su reinado. Desde el inicio, el Rey se dirigió a la audiencia con un tono pausado y solemne, repasando la historia de los galardones y su propia implicación durante décadas. Pero el mensaje más relevante fue la clara intención de iniciar un traspaso de protagonismo a la Princesa Leonor: “Me corresponde ir cediéndole este espacio”, señaló ante el auditorio, subrayando que la heredera lleva once años como presidenta de honor de la Fundación y que su preparación continúa es motivo de orgullo institucional y personal. El Rey expresó el compromiso de permanecer vinculado a los premios y a Asturias, pero dejó en manos de Leonor la defensa de los valores que encarnan los galardones. Aprovechó la ocasión para reivindicar la importancia de la educación, el respeto convivencial y la participación activa en el progreso colectivo.

Esta edición se recordará por la gran ovación a la Reina Sofía, la consolidación institucional de la Princesa Leonor, el gesto magnánimo del Rey Felipe VI y el reflejo de una España capaz de hermanar tradición y modernidad. El Teatro Campoamor fue, una vez más, testigo privilegiado de una tarde que conjuga historia, futuro y la esperanza renovada de un país en continuo diálogo con sus mejores valores.

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