Su Majestad el Rey Felipe VI presidió en Zaragoza una ceremonia muy especial: el 40º aniversario de la Jura de Bandera de la XLV promoción de la Academia General Militar. Este acto conmemorativo, cargado de simbolismo y emoción, reunió a más de 170 miembros de aquella promoción, además de a los cadetes que actualmente reciben su formación en la AGM, reforzando así la continuidad de la tradición y los valores que caracterizan al Ejército español.

Corría el mes de septiembre de 1985 cuando un joven Felipe de Borbón ingresó en la Academia General Militar, iniciando una etapa decisiva en su vida y en la formación que más tarde marcaría tanto su vocación como su compromiso con España. Aquel ingreso significó el comienzo de un camino exigente, de preparación durísima, de compañerismo y sacrificio, pero también de lealtad, honor y patria.

La XLV promoción, aquella generación que inició su formación militar hace cuarenta años, ha sido recordada durante este evento no sólo por cumplir este importante aniversario, sino por su contribución y servicio a lo largo de todas estas décadas. Muchos de ellos participaron en misiones en escenarios variados y complejos, afrontando retos que pusieron a prueba su entrega y profesionalidad. Incluso en momentos tan difíciles como el trágico atentado terrorista de 1987 que sufrió un autobús con cadetes, esta promoción mostró su resiliencia y unidad, haciendo honor a los valores que les había inculcado su paso por la Academia.

El acto comenzó con la llegada de Su Majestad al patio de armas de la AGM, donde pasó revista a las tropas compuestas por los cadetes actuales y a sus compañeros de promoción. Seguidamente, presidió y participó en la ceremonia de rejura o renovación solemne del juramento a la Bandera, símbolo supremo del compromiso de todos los militares con España y con la defensa de sus valores e instituciones.

El general director de la Academia, Prudencio Horche, dirigió unas palabras a los presentes destacando los pilares fundamentales del servicio militar: el sacrificio, el compromiso y el deber. Horche subrayó la importancia de la vocación militar como una entrega constante a la patria, que implica largos meses de intensa preparación, destinos alejados, muchas horas de dedicación y sacrificio personal, contando siempre con la paciencia y apoyo de las familias.

Asimismo, en su discurso recordó la figura ejemplar del Rey Felipe VI como Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, un referente para todos los militares, que ha mantenido vivo el espíritu de la promoción que inició en 1985. Este homenaje a la XLV promoción no solo rememora el pasado, sino que también inspira a las generaciones futuras, que hoy día continúan formándose en la Academia bajo los mismos valores y exigencias.

El general Fernando Morón, primero de la promoción que representó a sus compañeros, calificó a esta generación como una promoción dura, fuerte y marcada por la adversidad, pero también orgullosa de su legado y de su compromiso con el servicio a España. Insistió en la responsabilidad que supone servir, liderar y ser ejemplo para los demás, destacando que la AMC marca para siempre a quienes la integran, dejando huellas imborrables en la vida profesional y personal de sus integrantes.

Esta ceremonia de celebración del 40 aniversario es, en definitiva, una demostración profunda de la fidelidad a los valores que definen a la Academia General Militar y al Ejército Español. Es una muestra del compromiso permanente que Su Majestad el Rey Felipe VI mantiene con su país, a la vez que destaca el respeto y la gratitud hacia quienes dieron sus primeros pasos y dedicaron su vida al servicio conjunto.

Con más de cuatro décadas de servicio, esa promoción XLV continúa siendo, para quienes hacen la milicia hoy y para todo el país, un ejemplo de entrega, profesionalidad y honor. Estos valores, renovados y reafirmados este 15 de noviembre, son la esencia de lo que significa ser militar en España y un vivo legado para las generaciones futuras que siguen formándose con la misma pasión y entrega