La Reina Sofía, presidenta de honor de la Fundación Atapuerca, ha presidido en el Museo de la Evolución Humana de Burgos la ceremonia de entrega de la VIII edición de los Premios Evolución y de la primera edición del Premio Emiliano Aguirre. El acto, celebrado con gran solemnidad y emoción, reunió a representantes del mundo de la ciencia, la cultura y la investigación, así como a autoridades locales y miembros de la comunidad científica vinculados al estudio de los orígenes humanos. La presencia de Su Majestad subrayó la importancia de la divulgación científica y la necesidad de reconocer los logros que fortalecen el conocimiento sobre la evolución y la historia de la humanidad.
A su llegada al museo, la Reina fue recibida por el presidente de la Junta de Castilla y León, el alcalde de Burgos y responsables de la Fundación Atapuerca. En el interior del auditorio principal, decorado con referencias a los grandes hitos arqueológicos de la Sierra de Atapuerca, la orquesta juvenil de Burgos interpretó varias piezas en honor de la ceremonia. El público, compuesto por investigadores, académicos y estudiantes de distintas universidades, recibió a la Reina con un largo aplauso.
Durante su intervención, la presidenta de honor de la Fundación Atapuerca destacó la extraordinaria contribución de los premiados al avance del conocimiento sobre la evolución humana. Recordó que la ciencia no solo responde preguntas sobre el pasado, sino que también enseña valores esenciales para el futuro: la cooperación, la perseverancia y la curiosidad. Sus palabras estuvieron cargadas de una profunda admiración hacia el trabajo científico y hacia la comunidad que lo impulsa, insistiendo en que la sociedad necesita entender la ciencia como una herramienta de progreso y de cohesión cultural.
El VIII Premio Evolución reconoció este año a figuras e instituciones que han desempeñado un papel destacado en la investigación, la conservación y la divulgación de la prehistoria y la evolución humana. Entre los galardonados hubo investigadores que han trabajado en yacimientos internacionales, divulgadores que acercan la ciencia al público infantil y entidades comprometidas con la protección del patrimonio arqueológico. Cada entrega estuvo acompañada por una breve proyección audiovisual que mostraba la labor de los premiados en su contexto, desde excavaciones en campo abierto hasta laboratorios de genética y museos de historia natural.
Una parte especialmente significativa de la jornada fue la presentación del Premio Emiliano Aguirre, instaurado este año en homenaje al científico que dirigió los primeros trabajos en los yacimientos de la Sierra de Atapuerca. Este nuevo galardón busca reconocer carreras enteras dedicadas a la investigación y difusión del conocimiento sobre la evolución humana, en sintonía con el legado del propio Aguirre. En esta primera edición, el premio recayó en un paleontólogo español cuyas investigaciones sobre los homínidos del Pleistoceno medio han sido fundamentales para comprender los orígenes del Homo antecessor. El homenaje se acompañó de un emotivo recuerdo audiovisual que repasó la figura de Emiliano Aguirre, su rigor científico y su compromiso con la cooperación interdisciplinar.
Durante el acto también intervinieron el presidente de la Fundación Atapuerca y varios de los coordinadores de los equipos científicos. En sus discursos coincidieron en subrayar el papel de Atapuerca como un símbolo de la ciencia española y europea. Destacaron el esfuerzo conjunto de centenares de investigadores que colaboran cada año en campañas de excavación, educación y transferencia del conocimiento. Resaltaron, además, que la investigación sobre la evolución humana no solo implica mirar hacia atrás, sino reflexionar sobre el futuro común de la especie.
El acto concluyó con la entrega de los galardones y una visita guiada por la exposición permanente del Museo de la Evolución Humana, donde se mostraron algunas de las piezas más emblemáticas halladas en los yacimientos burgaleses. La Reina Sofía conversó con los premiados, felicitándolos por su dedicación y su entusiasmo. Antes de despedirse, firmó en el libro de honor del museo y expresó su deseo de volver pronto a Burgos, una tierra que, según sus propias palabras, “combina la historia más antigua con la investigación más avanzada”. La ceremonia cerró con un prolongado aplauso, símbolo del respeto y la admiración hacia quienes dedican su vida a descubrir, entender y preservar las raíces de la humanidad.

