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El Rey recibe una calurosa bienvenida en Hospitalet de Llobregat por el centenario del título de ciudad

Las calles de Hospitalet de Llobregat amanecieron ayer llenas de banderas, sonrisas y una expectación poco habitual en los albores de diciembre. Desde primeras horas de la mañana, centenares de vecinos comenzaron a ocupar las aceras cercanas al Ayuntamiento y las plazas adyacentes, deseosos de recibir al Rey en una jornada que quedará grabada en la memoria colectiva. La visita formaba parte de los actos conmemorativos del centenario de la concesión del título de ciudad, otorgado por Alfonso XIII en 1925, una efeméride que la ciudadanía vive con orgullo y emoción compartida.

El ambiente era festivo y cordial. Familias enteras, muchos con niños a hombros, lucían pequeñas banderas rojigualdas o carteles hechos a mano con mensajes de aprecio y bienvenida. Los balcones cercanos a la plaza mayor también se adornaron para la ocasión, recordando la importancia histórica del encuentro entre la monarquía y un municipio que ha crecido sin perder la fuerza de su identidad vecinal. Cuando el vehículo oficial apareció entre aplausos, el entusiasmo se hizo palpable: una ovación recorrió el aire, y el sonido de los vítores se mezcló con el repiqueteo de cámaras y teléfonos móviles.

El Rey descendió del coche con gesto afable y saludó con cercanía a los presentes, algo que desató una alegría contagiosa entre quienes llevaban más de una hora aguardando su llegada. Muchos vecinos consiguieron estrechar su mano, tomarse fotografías o simplemente dirigirle unas palabras llenas de afecto. Numerosos ancianos de la localidad, algunos testigos del progreso de Hospitalet durante décadas, compartieron su emoción de poder revivir un momento que enlaza pasado y presente. “Es un orgullo verlo aquí, celebrando con nosotros lo que somos”, decía una mujer que agitaba una pequeña bandera mientras sus nietos coreaban vivas al monarca.

Acompañado por el alcalde y la corporación municipal, el Rey recorrió lentamente el tramo que separa la plaza del Ayuntamiento del antiguo edificio modernista donde se inauguró una exposición dedicada al centenario. Durante ese trayecto, no dejó de saludar, conversar y mostrar interés por los vecinos que lo aclamaban desde detrás de las vallas dispuestas por motivos de seguridad. Cada gesto suyo era respondido con aplausos, y no faltaron momentos de emoción, especialmente entre los niños de varios colegios locales que habían preparado dibujos y pancartas alusivas a los cien años del título de ciudad.

El acto institucional dentro del consistorio fue breve y solemne. A su salida, el Rey dirigió unas palabras de reconocimiento a la población de Hospitalet, destacando el espíritu trabajador y la diversidad cultural que definen al municipio. Ese mensaje fue recibido con renovado entusiasmo por los presentes, que volvieron a ovacionarlo mientras se escuchaban ecos de agradecimiento entre la multitud. Algunos asistentes confesaban sentirse parte de un acontecimiento histórico que recordarán durante años, no solo por la figura del monarca, sino por el orgullo compartido de pertenecer a una comunidad con raíces firmes y mirada al futuro.

La jornada concluyó con un paseo espontáneo por una de las avenidas céntricas, donde el Rey se detuvo varias veces para intercambiar palabras con los vecinos. El sol de la tarde bañaba una escena impregnada de cordialidad y respeto mutuo, símbolo de la historia que une a Hospitalet de Llobregat con la Corona, cien años después de aquel reconocimiento que la transformó para siempre.

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