Hacía más de 77 años que no alumbraba en el Reino de España una Infanta. Doña Elena, venía al mundo un 20 de diciembre de 1963, año y medio después de la boda de los entonces Príncipes de España, Don Juan Carlos y Doña Sofia. Nacía Infanta de España y traía la alegría a la Familia Real española. Doña Elena, fue bautizada con los nombres de Elena María Isabel Dominica de Silos de Borbón y Grecia y sus padrinos fueron su abuela paterna, la princesa María de las Mercedes de Borbón-Dos Sicilias, condesa de Barcelona, y el infante Alfonso de Orleans y Borbón.
Ha vuelto a ocupar el tercer puesto en la sucesión al Trono de España, tras la proclamación de su hermano Felipe VI, tras sus sobrinas, la Princesa de Asturias Leonor y la Infanta Sofia.
Todos conocemos los datos biográficos de la Infanta Elena, hemos visto, de una manera u otra, su vida, su boda, su divorcio y sus hijos, pero ¿Realmente conocemos a la Infanta Elena más allá de lo que la prensa nos ha contado? Creo que no, y mucha de esa prensa, se ha precipitado a contar cosas que jamás han sido ciertas, la han puesto en una tesitura a veces complicada y han vilipendiado e insultado su vida y decisiones. Pero por suerte, la Infanta Doña Elena, es Borbón de los pies a la cabeza y, sobre todo, sabe y ha mantenido una dignidad Real durante toda su vida.
Dicen quienes la conocen, que es la más Borbón de los Borbones, y que desde hace años, se ha convertido en el verdadero y gran apoyo de su padre el Rey Don Juan Carlos, ahora que su vida ha cambiado desde su abdicación, y se ha acercado aun más a su hermana la Infanta Cristina, haciendo aun más de hermana mayor, en estos momentos tan difíciles. Disfruta con los toros, y lo hace de forma publica y sin miramientos, de la buena comida, del paseo por las calles y de su pasión, ahora recupera al 100%, la hípica.
Doña Elena, ha sido el «daño colateral» de los problemas judiciales de su cuñado Iñaki Urdangarín, ya que al abdicar su padre y acceder al Trono su hermano Felipe VI, ha desaparecido de la Familia Real, para convertirse en Familia del Rey, sin un papel de importancia en los actos de la Corona, algo que para muchos es un gran error, ya que el gran trabajo que podría aportar la Infanta se ha desechado. No tiene agenda oficial para la Casa Real y los actos a los que acude, a no ser que sean familiares, son estrictamente privados. Mala decisión, creemos.
Su 52 cumpleaños, será celebrado en la más estricta intimidad, rodeada de sus hijos y aquellas personas que forman su circulo más intimo de amigos y que siempre han arropado a Doña Elena.
La Infanta, que sigue trabajando en la Fundación Mapfre, se ha ocupado siempre de forma muy personal de la educación de sus hijos. Mantiene una relación bastante fría con Jaime de Marichalar, lo que jamás ha impedido que sus hijos si tengan una excelente relación con su padre y con la familia de este, visitando y pasando grandes temporadas con él. Su hijo mayor, al que la prensa siempre ha tenido en una diana para hacer juegos bastante feos con el, este año cursa estudios en un internado de EEUU.
La vida de Doña Elena, se resume en trabajar, entrenar en el centro hípico, donde se siente mucho más cómoda ahora, y pasar tiempo con sus amigos de siempre, esos que son discretos y leales y de los que jamás se escapa si en la vida de Doña Elena hay alguien que ocupa ahora su corazón. Si eso es cierto o no, ya que se ha decidido que la hermana mayor del Rey Felipe no forme parte de la Familia Real, es una decisión suya y, solo suyo es el momento por el que está pasando.
Este silencio oficial, ha hecho que la Infanta lleve una vida discreta, fuera de todos los círculos a los que tanto gustaría contar con su presencia, pero con la presencia de una Infanta de España, no con la de Doña Elena, por lo que ha sabido apartarse de todas esas personas que, por cuatro perras mal contadas, estarían dispuestas a contar cualquier cosa de ella, aunque esta fuera exagerada o incluso una mentira, a la que tanto estamos acostumbrados.
Quizás, en un futuro lejano, la Infanta Elena cumpla un papel fundamental para unir a sus hermanos, y al resto de la Familia, a su alrededor, tal y como hace hoy su tía la Infanta Doña Pilar. El tiempo, que es quien cura toda las heridas, no acercará al Rey de España con la Infanta Cristina, pero si es posible que un pequeño resquicio de luz acerque a los dos hermanos cuando las aguas se calmen, y haga que vuelvan a reanudar unas relaciones que se han roto, como quizás no podría ser de otra manera, por la postura de la Infanta Cristina.