Acaban los cuentos de Príncipes y Princesas con un «Fueron felices y comieron perdices», pero hay algunos a los que no les da tiempo. Por amor son pocos los matrimonios reales a lo largo de la historia, pero amor como el de Alfonso XII por su prima la Infanta Mercedes tenemos muy pocos. Un amor truncado, que quizás truncó la historia de España, aunque eso no lo sabremos nunca.
Tenía tan solo 12 años, cuando en 1872 volvió a encontrarse con su primo Alfonso, un mozalbete de 15, que se enamoró perdidamente de aquella joven infanta. Una niña simpática, de tez morena y carácter risueño. Y ahí comenzaron una serie de encuentros, cartas, secretos y problemas, ya que aquella niña preciosa tenía un gran escollo, su padre. El Duque de Montpensier, había sido el ejecutor de la caída del trono de Isabel II, madre de Alfonso, queriendo entronizarse el y su esposa la Infanta Luisa Fernanda, madre de Mercedes y hermana de la Reina Isabel. Bajo ningún pretexto iba a permitir la antigua Reina que su hijo y heredero se casara con la hija de aquel que conspiró para quitarle la Corona.
Ambos jóvenes siguieron su amor en secreto, aunque aun debieron esperar mucho tiempo para casarse. Alfonso XII fue proclamado Rey de España en 1874 y marchó solo a España. El nuevo gobierno presidido por Antonio Cánovas del Castillo, no quería ver ni en pintura a Isabel II ni al Duque de Montpensier, por lo que Alfonso tuvo que lidiar durante muchos años con su propia familia y con el gobierno, que tampoco veía con buenos ojos el matrimonio del Rey con la hija de Antonio de Orleans, el Duque.
Alfonso tenía el empeño de llevar al Altar a su querida Mercedes, y aun con la oposición de su familia, el gobierno y la oposición que prefería una princesa europea, el 23 de enero de 1878 lo conseguía. Las propias Cortes Generales debatieron sobre la idoneidad del matrimonio del Rey con una hija de Antonio de Orleans. Cuentan los mentideros de la Corte, que fue uno de los ministros del gobierno quien salió en defensa de la Infanta Mercedes: “La infanta doña Mercedes está fuera de toda discusión: los ángeles no se discuten”. Los españoles conocieron la noticia del amor entre su Rey y la Infanta, al igual que la negativa de la Reina Isabel y el gobierno a dar su aprobación, por lo que pronto se pusieron del lado de la pareja Real.
A las doce del medio día, por la puerta de la Basílica de Atocha entraba una Infanta de España para convertir en Reina. Para demostrar su rechazo a la misma, Isabel II no acudió al enlace de su hijo, algo que si hizo el Duque de Montpensier que vio en ello una oportunidad para volver a intrigar, aunque no contaba con que, Alfonso XII no se dejaba influenciar por nadie y conocía muy bien las andanzas de su tío, y el desgraciada final de su hija.
El día de la boda se organizaron infinidad de festejos. Se celebró un desfile con las tropas de la guarnición en la Plaza de Oriente, ya por la noche se celebraron funciones en los teatros Español, Zarzuela, Apolo, Comedia, Novedades, Alhambra, Variedades, Martín e Infantil, organizada por el ayuntamiento de Madrid, que se había engalanado con motivo del enlace.
El Rey salió del Palacio Real a las diez y media con la comitiva, por la calle Mayor, Puerta del Sol, carrera de San Jerónimo, paseo del Botánico y paseo de Atocha hasta llegar a la Basílica de Atocha. La novia salió del Palacio de Aranjuez llegando en tren a la estación de Atocha.
Ya marido y mujer, los Reyes regresaron al Palacio Real tras el recorrido por el paseo de Atocha, Botánico, paseo del Prado, calle de Alcalá, Puerta del Sol, calle Mayor y el Arco de la Armería. La lujosa carroza en la que iban los novios llevaba en el techo la corona real y estaba tirada por ocho caballos españoles.
Y la historia de amor duro 5 meses. La Reina enfermó de tifus, aunque al principio se pensó que podría ser un embarazo. Ya había sufrido un aborto espontáneo a mediados de abril, lo que le había dejado muy cansada, pero poco a poco su estado de salud iba empeorando. Se pensó que podría ser debido a un nuevo embarazo, pero cuando los doctores quisieron hacer algo por ella, la enfermedad se había hecho dueña de la Reina Mercedes, que 154 días después de casarse con su amado Alfonso, y dos días después de su 18 cumpleaños, moría en brazos del Rey, que quedada dolido en su corazón para toda la vida. El Rey Alfonso jamás supero la muerte de su primera esposa.
Los Restos mortales de la Reina Mercedes fueron trasladados al Panteón de Infantes del Monasterio de El Escorial, ya que al no haber dado herederos a la corona, no podía ser enterrada en el Panteón de Reyes. El Rey Alfonso tampoco pude ver cumplida su última voluntad de tener la tumba de su esposa más cerca. Inició las obras de la Catedral de la Almudena para depositar allí el cuerpo de su amada Mercedes, pero su muerte no le dejó ver cumplido su sueño. Sería su bisnieto, el Rey Juan Carlos I, quien daría la orden de traslado del cuerpo de la Reina Mercedes a la Catedral de la Almudena en el año 2000.
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