Bárbara de Braganza (Maria Madalena Bárbara Xavier Leonor Teresa Antónia Josefa de Bragança) nació en Lisboa el 4 de diciembre de 1711, falleciendo en Madrid el 27 de agosto de 1758. Fue una infanta portuguesa, hija de Juan V de Portugal y María Ana de Austria. Bárbara contrajo matrimonio en 1729 en la ciudad de Badajoz con el entonces príncipe de Asturias, Fernando VI, llegando a ser reina consorte de España. No tuvo hijos.
La joven Bárbara era una mujer culta, de agradable carácter, dominadora de seis idiomas y gran amante de la música desde niña. A pesar de no ser muy agraciada (tenía en el rostro las marcas de la viruela padecida a los catorce años y era gordita, aumentando su volumen con el tiempo hasta terminar en sus últimos años realmente obesa) lo compensaba con una personalidad encantadora.
Fernando y Bárbara se enamoraron profundamente y vivieron aislados de la Corte durante el reinado de Felipe V por voluntad de la madrastra del príncipe, la reina Isabel de Farnesio.
En 1746 Fernando sube al trono de España y su esposa pasa a ocupar un importante papel en la corte, especialmente como mediadora entre el rey de Portugal y su esposo. Es conocida la protección que concedió al famoso cantante italiano Carlo Broschi, más conocido por el nombre de «Farinelli», y por su afición a la música, pues tuvo por maestro de clave a Domenico Scarlatti desde 1721 hasta su muerte y se sabe que tocó sus sonatas, que en su publicación fueron dedicadas a ella.
Fue también la promotora de la construcción del Convento de las Salesas Reales de Madrid. Tras su inauguración en 1757, la reina se trasladó a Aranjuez, donde falleció tras una larga agonía el 27 de agosto de 1758, provocando un estado de locura en su devastado marido. Sus restos reposan en un cuidado mausoleo, encargo posterior de Carlos III a Sabatini, en el convento que ella había fundado, dentro de la capilla del Santísimo, dando espalda al del rey, que ocupa el lado de la Epístola en el crucero.
Bárbara de Braganza es recordada como una reina moderada en sus costumbres, mecenas y amante de las artes, así como por el sincero amor y fidelidad que profesó a su marido el rey, y él a ella, cosa no tan frecuente en tiempos de matrimonios políticos o de conveniencia.