Con esta frase, SM el Rey Juan Carlos I terminaba su mensaje a los españoles un 2 de junio de 2014. El último mensaje que le veríamos después de casi 40 años en el trono. Quienes conocen, o dicen conocer las intenciones de Don Juan Carlos, expresan que su voluntad era celebrar los 40 años en el trono, que se habrían cumplido año y medio después, y no es del todo inverosímil esa afirmación, pero una vez más, el Rey Juan Carlos puso los intereses de España por encima de los personales y tras largas meditaciones, conocimos la noticia a las entradas del verano y 17 días después, el Príncipe de Asturias era proclamado Rey de España.
La historia de nuestra democracia, de nuestra primera y única democracia, estará siempre ligada a SM el Rey Juan Carlos I, quien con asombrosa mano izquierda supo llevar el timón de la transición, que fue difícil, dura y no exenta de peligros. Hoy, quienes disfrutan de esa democracia a la que tanto insultan y menosprecian, quitan méritos e incluso mienten sobre los acontecimientos de aquellos días tan trascendentales, donde los bandos enfrentados pusieron encima de la mesa sus diferencias y las solventaron en aras a una reconciliación nacional, que hubo de ser tanto de unos como de otros.
Y no era sencillo que unos aceptaran a los otros, cada uno con su verdad y sus motivaciones, pero se consiguió. Y al frente de todo aquello se colocó un joven Rey que tenía por aquel entonces 37 años, y que muchos tildaron de «el Breve», pero que plegaron alas cuando poco a poco vieron la democracia que se construía alrededor del primer consenso de todos los españoles, la constitución de 1978.
A Don Juan Carlos le tenemos que agradecer la democracia, que no hubiera podía llevarse a cabo sin los actores políticos y sin el pueblo, pero que necesitaba un capitán que estuviera fuera del juego político de unos y de otros, que representara al pueblo y la esperanza de paz y libertad que tenían, y sobre todo, que fuera el líder carismático que necesitaban los españoles.
39 años de Reinado, que terminaron con la proclamación de su hijo el Rey Felipe VI, sin duda, un buen fin a un reinado fructífero, con muchas más luces que sombras, pese al empeño de muchos por hacer grande lo que es mera anécdota y que nos entregó a los españoles la primera democracia de nuestra historia, que debemos cuidar, engrandecer y mejorar.
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