El nazionalismo que están implantado en la región de Cataluña, suele vestir sus mentiras con grandes ejercicios de manipulación y grandilocuentes actos cargados, todos ellos, de falsedades y cobardía, y no iba a ser de otra forma el camino que el Presidente del Parlamento regional catalán tomaría. Pero la realidad es muy distinta. El Sr. Torrent, no se ha atrevido a ver al Rey Felipe VI, al Jefe del Estado, para comunicarle la designación del xenófobo y supremacista Quim Torra como presidente regional de Cataluña.

Si bien es cierto que esta comunicación puede hacerse por escrito, las bravuconadas a las que estamos acostumbrados por parte de estos personajes, que se jactan de sus insultos y menosprecios a todo el mundo, hacían prever que se plantaría en Madrid y daría la cara, pero cuando la realidad es otra y se tienen que ver con quien defiende la legalidad, democracia y justicia de España, prefieren quedarse en la cueva inmunda y llena de discursos xenófobos que se han creado.

El trámite se hará por escrito, según han informado desde la cámara regional catalana, tras ser elegido el racista Quim Torra con los votos a favor de «Juntos por Cataluña», «izquierda republicana de Cataluña» y la abstención de la CUP. Una muestra del enfermizo sistema que el nazionalismo catalán ha creado en torno a la mentira histórica, sus deseos supremacistas, corrupción política y xenofobia.

Según declaraciones del entorno del presidente del parlamento regional, quiere recriminar al Jefe del Estado que no haya mencionado a las «víctimas» del operativo policial para evitar el referéndum ilegal del 1-O en sus intervenciones públicas, pero es tan cobarde que no se atreve hacerlo en persona, teniendo la oportunidad de hacerlo, porque es bien consciente que sus mentirás no durarían ni dos segundos ante el Rey de España, que tuvo que parar el Golpe de Estado en su discurso del pasado 3 de octubre.

Un nuevo esperpento del nazionalismo catalán, que saca la patita de su racismo, odio enfermizo, radicalidad, falta de cultura democrática y un supremacismo, que nos recuerda a los peores momentos de la historia del mundo con las ideologías Nacional Socialistas de los Nazis alemanes y las comunistas soviéticas.