No es un privilegio, es una prerrogativa de quién ostenta la Jefatura del Estado por mandato de los españoles. El Rey, Jefe del Estado, es quien ostenta la máxima representación del Reino de España, quien personaliza la primera institución de la Nación, quien arbitra y modera el buen funcionamiento de los órganos del Estado y quien está cuando se le necesita, como vimos en la intentona golpista del 1.O. Proteger a la Jefatura de Estado, es proteger España de quienes usarían todos los instrumentos posibles para presentar querellas y denuncias falsas e intentar hacer caer la Corona, y por ende, la democracia en España, que es el último objetivo de la extrema izquierda y del nazionalismo.

Que el Rey de España no puede ser juzgado en el ejercicio de sus funciones, evita que los extremistas y aquellos que desean tirar por el sumidero la democracia en el Reino, no pueden lanzarse a los juzgados y llevar el nombre de España por ellos, en un intento de ensuciar nuestra imagen. No es una defensa del Rey Felipe VI como persona, sino la defensa de la institución y de la Jefatura del Estado.

Proponer tales aberraciones, son propias de personajes sin un mínimo de responsabilidad, ya no solo institucional, sino personal, y un intento de silenciar sus propios fracasos usando la Corona como parapeto. Una irresponsabilidad mayúscula, más cuando los ataques a la democracia por parte de la extrema izquierda y nazionalisatas, socios del gobierno de la nación, están cada día más presentes.

Cualquier modificación constitucional del Título de la Corona requiere, ademas, disolver las Cortes y convocar elecciones, que el nuevo parlamento apruebe nuevamente la reforma y convocar un referéndum de aprobación, algo que, no sabemos bien, si el actual inquilino de la Moncloa es consciente. Si lo es, su irresponsabilidad sube de grados, si es que aun puede subir más, si no lo sabe…. ¿en manos de quién estamos?

Vivimos momentos difíciles en los que está en peligro nuestra democracia, que no le quepa la menor duda a nadie, y a todos nos corresponde defenderla, porque no podemos dejar el futuro de las siguiente generaciones en manos de quienes pretenden acaudillar la sociedad desde posiciones extremistas como los comunistas de Podemos y nazionalistas xenófobos, cercenando la libertad, la justicia, la solidaridad, destruyendo el estado bienestar, la sanidad, la educación y nuestro Estado de Derecho.