La Plaza Mayor de Madrid, capital del Reino de España, cuenta desde 1847 con la presencia en su centro de la estatua ecuestre del Rey Felipe III, una escultura de bronce que fue realizada por Giambolgna y Pietro Tacca y cuya primera ubicación fueron los jardines del Alcázar de Madrid. En el año 1617 se traslada a los jardines reservados de la Casa de Campo, hasta que, a petición del cronista de la Villa y concejal del Ayuntamiento de Madrid Ramón de Mesonero Romano, preside su actual ubicación. El pedestal en que descansa es obra de Juan José Sánchez Pescador, arquitecto autor de las Casas del Cordero de la Puerta del Sol. Es una de las piezas más importantes y significativas de la estatuaria monumental manierista y la más antigua de las que se conservan fuera de Italia.
La Comunidad de Madrid, la ha declarado Bien de Interés Cultural, tal y como fue aprobado el martes pasado en el Consejo de Gobierno. Con esta declaración, se quiere aclarar su situación legal ya que, pese a estar en el espacio de la plaza declarada BIC en 1985, no aparece descrito en el texto de la declaración del conjunto de edificios. Igualmente, al vincularlo de un modo definitivo al espacio de la plaza, se le da consideración de inmueble y se le dota de un entorno de protección específico. Esta protección de bienes supone que cualquier actuación que se pretenda llevar a cabo sobre los mismos debe ser autorizada previamente por la Dirección General de Patrimonio Cultural.
Tras la imposición de la Segunda Republica en 1931, sufrió un atentado de los golpistas Comunistas, produciéndole serios daños, en una demostración más de la barbarie social y cultural que se cometió en los aciagos años del régimen represor. En el año 1970, la escultura junto a su pedestal fueron desmontados para llevar a cabo las obras del aparcamiento subterráneo de la Plaza Mayor.