Hay una línea muy delgado y prácticamente invisible entre la vida privada de la Familia Real y la actividad institucional. Esto bien lo sabe la Reina Sofía, que durante sus muchos años de trabajo y lealtad a España, ha sabido perfectamente conjugar ambas sin tener que hacer un corte excesivamente perceptible. Entendió desde un primer momento cual era el papel de la Reina de España y el de sus hijos, aun más el de su hijo menor Felipe de Borbón.

Quizás es difícil comprender para alguien que está alejado de la Corona o no entiende su verdadero significado e importancia, que sus miembros no son como cualquier otro ciudadano, ya que sus obligaciones y prioridades son totalmente diferentes, y como tal, desde que son muy pequeños, deben aprender y asistir a actos institucionales donde su presencia es esencial, y poco a poco hacerse más habituales hasta tener agenda propia. No significa esto que se precise una sobre exposición de las hijas del Rey Felipe VI, sino que más pronto que tarde, estas deben asumir actos y asistir a eventos de Estado que son ciertamente importantes.

Es normal que alguien quiera proteger a sus hijos a toda costa, pero cuando estos ocupan un puesto en la historia de España y son el futuro de la Corona, esa protección no puede causar un mal mayor, que es lo que esta sucediendo con la Princesa Leonor y la Infanta Sofía. Hemos sido muy comprensibles desde este mismo espacio con las actuaciones de sus padres y la presencia de estas en las actividades de la Casa Real, pero llega el momento de hacerlas mucho más visibles y que acudan, sea el día que sea, a actos en los que su presencia es importante. Uno de ellos era la misa en homenaje por el XXV aniversario del fallecimiento de Juan de Borbón, su bisabuelo, ya que este fue el nexo de unión histórico entre Alfonso XIII y Juan Carlos I, y quien mantuvo encendida la llama de la Corona, su compromiso con la libertad y la democracia y quien, calladamente, mantuvo contacto con la oposición democrática al régimen y supo contener y dar esperanza al reinado de su hijo.

Esa delgada línea entre lo privado y lo institucional, la Consorte del Rey Felipe VI, Letizia, la ha querido marcar excesivamente, sin comprender, que la única privacidad que puede llegar a tener en su vida, son las paredes de Palacio. No ha entendido, por lo que parece, que la Corona esta abierta las 24 horas del días, los 365 días del año, que no se puede discriminar entre momentos privados y públicos cuando hablamos de la Familia Real, y que por mucho que la cuesta, su imagen, la de sus hijas y la de su esposo, el Rey de España, como la del resto de la Familia Real, estará siempre en primera línea y los españoles tienen todo el derecho del mundo a verlas.

Reina Sofia con la Princesa Leonor y la Infanta Sofía

Cumpleaños, navidades, fiestas, incluso actos del colegio, no deben ser escondidos a los ciudadanos, porque se debe hacer visible con toda la naturalidad del mundo. No es la vida de una niña más, sino la de la heredera al Trono de España, que no es cualquier niña, sino el futuro de la Corona.

Cuando se pone excesivo celo en un asunto, como es este, cometemos muchos errores, como hemos podido ver, y la Corona no puede permitirse el lujo de cometerlos.