Todos aquellos que atacan al Rey y a la Corona, y por ende lo hacen con el Reino de España y su democracia, saben que la Jefatura del Estado no va a defenderse de esos ataques. Lo saben, porque es un comportamiento que desde Casa Real se ha impuesto desde siempre, ya que si bajasen al terreno de juego y participara en un debate, quedaría inhabilitado para desempeñar su rol de representante de la unidad del Estado y garante de su permanencia. Por eso aprovechan para lanzar infundios, menosprecios y agravios a diestra y siniestra.

Ni tan siquiera tiene la defensa en el plano jurídico, ya que una sentencia del Tribunal de «Derechos Humanos» de Estrasburgo, ese mismo que dijo que era inhumano condenar a más años a los asesinos de eta y violadores, tumbando la doctrina Parot, permite los ultrajes al Rey y a la Bandera como libertad de expresión, a la vez que se hacen los ofendidos si a ellos se les insulta o menosprecia (la doble vara de medir).

Parte de la clase política, no quiere entender que la Jefatura del Estado, ostentada por la Corona, es la máxima representante del Reino de España, la primera magistratura del Estado, que debe ser defendida por todos, porque es la cabeza visible de la nación. Y no quieren entenderlo porque en el fondo no quieren defenderla, ya que saben es el escollo más grande para conseguir sus objetivos espurios y quitarle al Reino de España la institución que, de forma brillante, ha conducido la Nación en los mejores y más prósperos años de su historia, y en el primer periodo netamente democrático que hemos vivido.

La posición constitucional de la Corona no es sencilla, pues aun siendo la primera institución del Estado, carece de un poder real para actuar, tiene que andar siempre en una línea muy débil que los enemigos de nuestra democracia siempre van a intentar resaltar, y sus actos, discursos y gestos, están fiscalizados de tal forma, que un solo movimiento que pueda alterar el pensamiento de alguien sobre su labor, es tomado como una aparente injerencia en la política.

Eso aluden los enemigos de la democracia, la extrema izquierda representada por los comunistas de Podemos y los nazionalistas catalanes, que intentaron dar el golpe de Estado el día 1 de octubre, y ante quien solo el Rey levantó la voz y dijo las cosas claras, alentando a millones de Españoles a salir a las calles a defender nuestra constitución. Obvian, por su puesto, que Felipe VI cumplió el mandato constitucional que le dimos los españoles de defender el marco constitucional que todos los españoles nos dimos en 1978, la única constitución de nuestra historia que fue elaborada por todas las tendencias políticas y refrendada por todos los españoles.

El Rey no es un sujeto político del juego partidista, no tiene una posición ideológica propia, ni defiende intereses particulares, como si lo hacen los partidos políticos, que pierden el horizonte de España y el bienestar de los Españoles. La Corona, es la única institución que defiende, desde la imparcialidad, a los ciudadanos ante sus demandas y dejando de lado la ideología partidista que lo único que pretende es imponer sus tesis o puntos de vista.

Entonces, ¿Quién defiende al Rey?

El pueblo, la gente, los que solos los verdaderos protagonistas de nuestra historia y no esos personajes que se las dan de mesiánicos y tutores. Los españoles somos los que salimos a la calle a gritar «VIVA EL REY, VIVA ESPAÑA», los españoles somos los que aplaudimos que Felipe VI nos defendiera ante los golpistas y la inane actuación de una clase política que ha consentido esto a lo largo de los años. El pueblo, los españoles, somos los que hemos defendido a SM el Rey Felipe VI por decir claramente lo que estaba pasando en Cataluña y alentar a los españoles a defender nuestra libertad.

Por ello, el pueblo, la gente de verdad y no esa que se arroga ese título y solo pretende imponer sus ideologías extremas y dictatoriales, somos los que defendemos nuestra libertad y democracia encarnada en la constitución de 1978 y a nuestro Rey, que es la única institución que ha sabido estar en su sitio en todo momento.

No cejemos en el empeño de defender al Rey, a España y la constitución, porque nos jugamos la LIBERTAD.

VIVA EL REY, VIVA ESPAÑA.