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El gran hombre de Estado, el Rey. Unidad, Concordia y Democracia

SM el Rey Felipe VI, acompañado de SM la Reina Consorte Letizia, presidieron en el Palacio del Congreso el homenaje a los diputados y senadores de las primeras cortes democráticas en España.

El Rey Felipe VI vuelve a demostrar el Gran Hombre de Estado que es, muy por encima de una clase política que ha olvidado el ejemplo de aquellos que pusieron el interés general de los españoles por encima de los suyos propios.

El Rey Felipe VI, ha brindado a los diputados y senadores actuales, junto aquellos que constituyeron las primeras cortes democráticas en la historia de España, un discurso cargado de fuerza y realidad sobre lo que aconteció en aquellos años, sin olvidar que las elecciones del 77 y la posterior constitución de 1978, fueran consecuencia de los terribles y convulsos años que, desde la primera constitución de 1812, que sentaba unas bases democráticas, España ha vivido con pronunciamientos, constituciones hechas solo por una parte de España, división en dos de los españoles, imposición de ideas de unos sobre otros y creer que el oponente político es un enemigo al que hay que borrar del mapa. Todo ello, hizo que el deseo de los españoles de aquellos años, se tradujera en el enorme y gran trabajo de los diputados y senadores constituyentes que hicieron, por primera vez, una constitución de todos y para todos.

Recordó el Rey, y agradeció, a su Padre el Rey Juan Carlos, gran ausente de los homenajes, su gran labor en aquellos momentos históricos y sus palabras en la apertura de la legislatura constituyente, el 22 de julio de 1977: «La democracia ha comenzado. Ahora hemos de tratar de consolidarla».

«ningún camino que se emprenda en nuestra democracia puede −ni debe− conducir a la ruptura de la convivencia»

 

Felipe VI puso de relieve los acontecimientos históricos que nos llevaran a las elecciones de 1977, pero no se quedó en recordar unos pocos, ni pasó de puntillas por ellos, sino que hizo un repaso largo, pormenorizado y real de la situación que España vivió. Comenzó haciendo un homenaje a las constitución de 1812, sin duda un referente esencial de la unidad, la soberanía y la libertad de los españoles. Desde aquella muestra de libertad, como bien ha recordado el Monarca, el Reino de España ha vivido baja la vigencia de sucesivas Constituciones o leyes de rango constitucional que «no fueron capaces de proporcionar y garantizar la estabilidad política, el progreso social y económico ni la convivencia en paz y libertad que los españoles anhelaban».

Don Felipe hizo bien en remarcar que aquella fue una época convulsa, donde se sucedían pronunciamientos y golpes de estado, guerras y violencia que derribaban una y otra vez todo lo construido con anterioridad y que hasta las primeras elecciones democráticas de 1977, España siguió sufriendo. «…falta de reconocimiento, de comprensión y de respeto a las ideas y convicciones ajenas, y la imposición de la propia verdad sobre la de los demás, dividieron a los españoles. El adversario político era un enemigo al que había que excluir de la vida pública, y no un rival. Desgraciadamente, la intransigencia y la eliminación de la discrepancia determinaron gran parte de la vida nacional. Los españoles se oían, pero no se escuchaban; se veían, pero no se miraban; se hablaban, pero no se entendían y menos aún se respetaban. Consecuencia de todo ello, la ruptura del orden constitucional que estaba vigente fue un rasgo que definió con frecuencia aquel tiempo». cito Don Felipe.

«nadie en España debía volver a ser enemigo de nadie»

 

Hizo mención Felipe de Borbón, de las palabras de Emilio Castelar, presidente de la I república española, en clara alusión a quienes pretenden saltarse las leyes. «el menosprecio a las leyes, que nos conduce a una decadencia sin remedio, es el más terrible y el más incurable de todos nuestros defectos«. Y de Antonio Cánovas del Castillo, Presidente del Gobierno del Reinado de Alfonso XII y la Regencia de María Cristina de Habsburgo, que igualmente señalaba en el Congreso de los Diputados que «lo que hace falta a la nación española no son represiones, no son cadalsos, no son destierros; lo que nos hace falta es el respeto a la ley, la base indispensable del orden en todas las naciones civilizadas».

Recordar, como ha hecho el Rey, que el respeto a las leyes es imprescindible en una democracia, es un claro síntoma de que tenemos en nuestras instituciones elementos claramente antidemocráticos que pretenden volar nuestra convivencia y libertad.

Prosiguió Su Majestad, refiriendo que los diputados y senadores constituyentes tenían muy claro que «nadie en España debía volver a ser enemigo de nadie; la exclusión y la imposición, la intolerancia y la discordia debían ser sustituidas por la renuncia al dogmatismo y la defensa de las propias convicciones con pleno respeto hacia el adversario y hacia las opiniones ajenas o diferentes. Los españoles, como ciudadanos, debían disfrutar de los derechos civiles, políticos y sociales propios de un régimen democrático, que garantizase la pluralidad y la alternancia política mediante elecciones libres y periódicas.»

Don Felipe les dijo a los diputados y senadores constituyentes, que podían sentirse muy orgullosos y satisfechos de la tarea realizada, porque en su renuncia, consciente y deliberada, de imponer al otro su visión de España o sus propias convicciones, construyeron la España que querían construir los Españoles.

El gran proyecto político para la España del futuro, se sustentó en tres grandes decisiones del pueblo español, verdadero protagonista de esos años:

La primera de ellas, cito el Rey, la reconciliación nacional, gran propósito de unir las dos Españas. Los ciudadanos, de procedencias distinta, ideas, origen y condición social se tendieron la mano y se fundieron en un abrazo olvidando el rencor y el odio con el objetivo de mirar al futuro.

La segunda, la construcción del gran proyecto de la España democrática y constitucional, asumiendo, como ha dicho el Rey, las señas políticas de identidad de las naciones de nuestro entorno: soberanía nacional, sistema parlamentario, instituciones representativas, principio de división de poderes, reconocimiento y protección de las libertades y de los derechos fundamentales.

Y en tercer lugar, la confirmación de nuestra unidad nacional, con la asunción de la diversidad territorial del Reino de España, con gran orgullo y coherencia. Recordó Felipe VI su discurso de proclamación señalando que la diversidad está en nuestra historia y define nuestra propia identidad nacional. la Constitución de 1978, prosiguió el Rey, «proclamó su voluntad de proteger a todos los pueblos de España en el ejercicio de sus culturas y tradiciones, de sus lenguas y de sus instituciones; y reconoció el autogobierno de sus nacionalidades y regiones, que son también patrimonio de todos los españoles».

El Rey también recordó que España no había vivido un progreso tal como en estos 40 años de democracia, transformaciones económicas, culturales y sociales. «Sencillamente, España, por fin, se puso al día con los tiempos en una tarea que siempre es inacabada».

Quiso SM el Rey, recordar a las víctimas de la lacra terrorista y a sus familias, que han sufrido durante estos años la incomprensión inicial y en los últimos años una desvergonzada respuesta por una parte de la clase política.

Don Felipe aseguró que «ningún camino que se emprenda en nuestra democracia puede −ni debe− conducir a la ruptura de la convivencia, al desconocimiento de los derechos democráticos de todos los españoles o a la negación de los valores esenciales de la Europa a la que pertenecemos. Y menos aún, un camino que divida a los españoles o quiebre el espíritu fraternal que nos une.»

El Rey quiso hacer hincapié en que el respeto a las normas en una democracia no es una amenaza o una advertencia, sino una defensa de los derechos de todos los españoles, ya que «dentro de la ley es donde cobran vigencia los principios democráticos, donde se deben encauzar los antagonismos y resolver los desacuerdos y las diferencias mediante el diálogo, mediante el debate».

Un discurso de un gran Rey, Felipe VI, a la altura de una gran Nación, el Rey de España, que deja en evidencia a muchos de sus «políticos» que en los últimos años han llamado al revanchismo, el olvido, el odio y la desunión de los españoles.

Fotos: Casa Real

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