«Una España de todos y para todos, y no de todos contra todos».
Su Majestad el Rey Felipe VI siempre es bastante claro en sus discursos y deja un poso de realidad, honestidad, responsabilidad y un aviso a navegantes que deberían todos aplicarse. En la pasada apertura solemne de la Legislatura, entre las frases que dejó a los diputados y senadores, ha resonado la última en la que, tristemente, constataba una realidad que desde hace años estamos sufriendo en España, que es una división y confrontación en la sociedad, auspiciada primero por una izquierda sin rumbo y después por la extrema izquierda que pretende volver a los años oscuros de nuestra historia, donde existan dos bandos enfrentados y así lograr recoger el odio de unos contra otros para auparte y perpetuarse en el poder. El señalamiento y enfrentamiento que han provocado, está llevando a la sociedad a una situación insostenible, donde hablar de política ha quedado relegado de nuestras conversaciones porque llevan a un enfrentamiento entre los ciudadanos.
Cabría destacar, que hacer mención constante a la democracia, la concordia, la unidad y el respeto a la constitución, como SM el Rey debe hacer cada vez que tiene oportunidad, es síntoma que algo va mal. Y lleva mal desde que hace unos cuantos años algunos se pusieron del lado de la extrema izquierda como seguidistas y con el objetivo de hacer volar por los aires la unidad y la paz social que hemos tenido en el Reino de España durante 40 años de democracia, esa primera democracia que fue alumbrada en 1978 con la constitución española, la de todos y para todos, la primera que tuvo un consenso político y social y la primera y única que fue refrendada por los españoles en referéndum.
El dialogo, consenso y trabajo parlamentario, fue otra de las advertencias que SM el Rey hizo llegar a los diputados y senadores, ya que el congreso y senado son la máxima representación de la soberanía nacional y sobre ambos organismos debe recaer la tarea de los acuerdos y consensos, así como la vigilancia constante de la oposición, algo que Su Majestad dejó bien claro y como aviso a navegantes. Hizo un llamamiento a resolver los problemas de los ciudadanos y a contribuir a los grandes retos mundiales a través de la reflexión, el debate y el diálogo, teniendo siempre como base firme la Constitución, porque ésta «ha sido el lugar de encuentro de todos los españoles, de diferentes modos de entender y sentir España».
El amor y pasión que siente Felipe VI por España, queda más que demostrado en sus palabras, en el énfasis con el que habla de nuestra patria y la emoción que se puede entrever en ellas cada vez que tiene la oportunidad de lanzar un mensaje a la nación. Y esta emoción que muchos compartimos, es la que debemos usar para defender nuestra democracia, la que nos dimos y la convivencia que siempre nos ha representado a los españoles.