Cada Reinado es distinto y cada Rey le impone una personalidad diferente. Estas, fueron palabras del Rey no hace mucho. Don Felipe es un hombre de su tiempo, preparado, con una exquisita educación y espíritu de servicio, lealtad y sacrificio que muchos políticos quisieran para sí (o no). Pero hay algo que distingue el Rey Felipe VI de cualquier persona que hoy en día está presente en nuestra vida política, que es el amor a España, su servicio y lealtad hacía todos los españoles y su defensa de la libertad y la democracia que encarga nuestra constitución.

El Rey se encontró una Nación revolucionada por los comunistas de Podemos, que querían, y aun quieren, hacer volar el sistema constitucional para imponer su dictadura de ideas, aprovechando la peor crisis económica y social que hemos vivido. Con un nazionalismo xenófobo e insolidario, que tiempo después dio un golpe de Estado y con una crisis institucional, impostada por medios de comunicación. Todo ello fue lo que Felipe VI encontró aquel 19 de junio de 2014 cuando entraba en el Congreso de los Diputados para ser Proclamado Rey de España.

No seríamos justos si no pusiéramos en la balanza las grandes cosas positivas que Don Felipe tenía al recibir la corona. El Reinado de su padre, el Rey Juan Carlos I, ha sido el mas prospero de cuantos ha tenido España, se convirtió en el motor que transformó una sociedad y la llevo de la dictadura a la democracia, consiguió, con una transición modélica, que los antiguos enemigos, aquellos que tanta culpa tuvieron unos como otros en un tiempo de crímenes y asesinados desde 1931, se dieran la mano en una mesa, sentados por el nieto de aquel otro Rey que se exilió para no enfrentar a unos españoles con aquellos que dieron el golpe de Estado del 31. Aquellos que violentaron a la sociedad, la incitaron al odio entre hermanos e hicieron volar, ellos mismos, el régimen que habían impuesto a los españoles sin preguntarles. Y aquellos que en el año 36 se levantaron contra unas elecciones manipuladas por el Frente Popular, asesinatos selectivos de la oposición, como Calvo Sotelo, y que se quedaron, quizás, demasiado tiempo en el poder. La España del 2014 no era la de 1975 que se encontró Juan Carlos I. Era una sociedad diferente.

El Rey se ha enfrentado a retos que hasta ahora no habíamos visto:

Comenzando por el caso Noos, que ha llevado a su cuñado a la cárcel, pero que también ha dejado claro que la España democrática funciona y el Estado de Derecho jamás se plega ante nadie. Tomó las riendas del asunto apartando a su hermana, la Infanta Cristina, de la Familia Real y retirando el Ducado de Palma, en un movimiento que no fue fácil para él en lo personal, pero que debía hacer sin duda alguna.

Ha tenido que frenar un golpe de Estado de los nazionalistas catalanes. Un golpe sin tanques, pero sí lleno de violencia por quienes se han saltado la ley, han violentado la sociedad catalana dividiéndola en bandos y han creado una situación insostenibles para lo que siguen creyendo en la libertad y democracia y las miles de empresas que han salido de aquella región.

Se ha encontrado con una virulencia y falta de respeto a la Jefatura del Estado como nunca antes habíamos vivido, con unos políticos irrespetuosos que solo miran su propio ombligo y electorado al que gustan de violentar, y una desafección de la sociedad con sus representantes políticos que el Rey intenta, con trabajo y esfuerzo, que aminore.

El camino de estos cuatro años no ha sido sencillo, pero aun así, SM el Rey ha sabido ganarse el cariño y respeto de los Españoles, que ya tenía en su trayectoria como Príncipe de Asturias y que ha ratificado en los cuatro años de Reinado que han sido laboriosos, extraordinarios y que se están cimentando en el trabajo, esfuerzo, lealtad a los españoles y defensa